viernes, 10 de octubre de 2008

UN MODELO PARA INNOVAR

Profesor Roberto Carballo

Este artículo se desarrolla en torno al modelo básico de innovación, las variables claves y los sistemas de valores.

Todo proceso innovador tiene que partir del binomio escasez-necesidad. La escasez obliga a la superación y la necesidad nos impulsa para salvar los obstáculos. La abundancia y el éxito no van de la mano de la innovación aunque pueden ser su consecuencia. Si hay escasez hay competencia, no tenemos asegurado el mercado y ello obliga a superarse e innovar. Pero para innovar no llega con este binomio, que únicamente es el punto de partida, necesitamos además un proyecto acompañado de una idea de un sentido y de una estrategia. En definitiva necesitamos un modelo que sirva para orientar nuestros propósitos.

Toda esta teoría que acabamos de señalar no vale de nada si no nos acompaña la experiencia que no es ni más ni menos que la realidad misma, la vida la que nos facilita que las cosas se hagan bien para mejorar, lo que en definitiva es la antesala de la innovación. Se camina experimentando, viviendo y aprendiendo y la retroalimentación de este proceso es lo que nos mantiene en constante innovación. Además la innovación es novedad, riesgo por lo que para evolucionar hay que tirarse a la piscina, a pesar de que en ese proceso cometamos errores, errores necesarios que servirán da base para un nuevo intento de superación a lo que habrá que aportar voluntad e inteligencia combinadas con buenas acciones y una correcta búsqueda de soluciones.
Con esto ya tenemos nuestro modelo de progreso, pero nos falta por definir hacia quien tiene que ir dirigido nuestro proyecto y este no es otro que el CLIENTE. El cliente es el objetivo final, es el que nos genera la escasez y a la vez nos saca de ella en esa constante dinámica de competencia de mercado. Es posible que no participe activamente en nuestro proyecto, pero en todo momento tiene que se el faro que oriente nuestra navegación. Sin buen rumbo no hay buen proyecto.

Ese cliente punto y final de nuestro camino, es la referencia para establecer los horizontes, los objetivos, las estrategias y los valores y de ello dependerá nuestro proyecto y nuestra constante innovación.
Si nuestro objetivo final es el cliente y además conocemos sus necesidades oportunidades y posibilidades, esto es conocemos una nueva variable como es la del CONOCIMIENTO, estamos aumentando nuestras posibilidades de éxito.

Por ello, definido de donde partimos y a donde nos dirigimos, tenemos que cuidar las variables claves estructurales como son la CALIDAD, la COMUNICACIÓN y el ESTILO DIRECTIVO.

La CALIDAD es uno de nuestros objetivos, y si la situamos antes que el beneficio producirá un efecto de retroalimentación en nuestro proyecto de forma que a medio y largo plazo nos aumentará los beneficios. No nos podemos confundir y tiene que quedar claro que la calidad no es el resultado que queremos obtener sino que debe acompañarlos a lo largo del proceso para obtener el resultado final que no es otro que la satisfacción de nuestro cliente. La calidad vende, fortalece nuestro mercado, genera beneficios, en definitiva es rentable.

Además de calidad y cliente, necesitamos la COMUNICACIÓN, que nos va a proporcionar colaboración, intercambio de información, fortalecimiento del grupo de trabajo, apoyo mutuo, implicación, es el motor que va a motivar que un proyecto de calidad, establecido a partir de buen diagnóstico y con un cliente perfectamente definido, pueda estar en continua evolución e innovación.

Por último no nos podemos olvidar que para que exista una buena comunicación debe estar un presente un buen ESTILO DIRECTIVO. Todo lo que acabamos de comentar sobre el papel es perfecto, pero hay que llevarlo a la práctica y para ello hace falta voluntad, querer hacer las cosas y orientarlas en el camino apropiado, en resumen, se necesita liderazgo. El estilo directivo es decisivo, necesita sentido común y coherencia lo que en la realidad es difícil de conseguir debido a que se suele acabar en una posición de poder ocasionada por una cultura dominante que choca frontalmente contra la necesidad de mejorar los estilos directivos. Caemos en la realidad de que el poder no produce escasez ni necesidad, sino todo lo contrario por lo que el proyecto innovador que queremos realizar está condenado al fracaso. Por ello para llegar a un estilo de dirección coherente necesitamos responsabilidad que nos deriva una cultura de cliente y espacios de intercomunicación que sean el motor de un aprendizaje continuo. Para hablar de coherencia tenemos que indicar que valores nos la definen y podríamos destacar como críticos: el respecto, la responsabilidad, la mejora continua y la calidad-grupo.

Al compromiso de proyecto innovador nunca se llegará por imposición o obligación sinó que se llegará a través del ejercicio de la responsabilidad. Se retroalimenta y nunca se agota, no tiene final, siempre se tiene que estar subiendo y en continua mejora. El gran error es creer que el proceso se acabó y que ya llegamos a la cima, porque la caída por el otro lado de la montaña es inminente.

En resumen, la innovación es un proceso de retroalimentación y mejora continua, que parte de la escasez y de la necesidad y que debe estar dirigida hacia nuestro cliente. En este proceso debe haber intercomunicación entre individuos y grupos, creando espacios democráticos y buscando siempre la calidad del proceso con un estilo directivo apropiado.

José Antonio Valcárcel Nogueira
Curso de directivos de la EGAPSeptiembre-Diciembre 2008

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